¿Hasta dónde ha caído lo que fuera el Proceso de Scherer?


Por Javier Corral Jurado / El nivel de calumnia y difamación al que ha llegado
lo que fuera una vez la Revista Proceso, no puede provocar más que vergüenza ajena. Si Don Julio Scherer viviera estaría sumamente decepcionado de la manera en la que han tirado a la basura el legado que con ética, rigor y responsabilidad construyó.

No es la primera vez que se prestan al golpeteo, y publican textos sin sustento, por supuesto con cargo al erario de Chihuahua, que además pintan como “reportajes de investigación”, cuando en realidad son libelos por los que se les paga muy bien.
Como los intentos del maru-duartismo para impedirme llegar al Senado Mexicano, han sido infructuosos, ahora se van contra mi esposa, una mujer proba y honorable.
Basta una simple lectura para darse cuenta de lo endeble y risible de la historia. Hablan de que “obtuvieron documentos”, pero la prueba que descaradamente exhiben, es ¡¡Una tabla de Excel!!, un archivo que cualquiera puede hacer.
vict
Mi esposa, señala El Senador, desde que dejó de tener ingresos propios, a finales de los 90’s, no tiene ni cuenta bancaria. Todos los gastos de la casa los paga con una tarjeta mía. Jorge Carrasco Araizaga, @jorgecarrascoa. Jefe de Edición Digital ... Revista Proceso, extravió la ética, pero encontró la cuadratura, convirtió a Proceso en un vil pasquín chayotero, mercantilizando al mejor postor, el prestigio de antaño. Maru Campos, inescrupulosa, ahora mete en su estrategia de desprestigio a mi esposa, ya quisiera tener no solo la inteligencia y sensibilidad de Cinthia A Chavira sino su integridad y honestidad personales. Cree que tratando de tiznar y manchar la imagen de los demás, se lavará la cara de la corrupción que la enloda desde hace muchos años. La corrupta es ella, no nosotros. Ni los más de 500 millones de pesos, que ha decidido pagar en medios de la Ciudad de México, ni los mil 190 millones que ya gastó en comunicación en Chihuahua, le van a alcanzar para limpiar el batidero de su corrupción. El prestigio y la credibilidad no se compran, se construyen.
vict